"La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por el modo en el que se trata a sus animales." Mahatma Gandhi (hombre de estado y filósofo)

02 noviembre, 2005

Condenado por nada.

No alcanzo a imaginar qué lleva a una persona a encadenar a un perro a la entrada de una casa. Porque eso de que es "para vigilar la casa" no tiene mucho sentido, puesto que un perro puede hacer eso perfectamente sin estar encadenado. Su dueño incluso, haciendo un gran esfuerzo, podría plantearse el dejarlo entrar en casa (Ah!Que injuria!Un perro dentro de una casa!). Además, exiten unos artilugios super curiosos, llamados alarmas, que cumplen con esa función, y ni siquiera hay que darles de comer.

Estas cosas apenas nos llaman la atención porque estamos acostumbrados a verlas. Pero la forma de vida de estos perros es cruel y sólo a un cacho de carne ignorante se le ocurre condenar a un perro a este suplicio. Aparte del hecho de que sus "amos" no les hacen ni caso, generalmente, les dan de comer arroz con una poca mierda, y los colocan al lado de un aborto de caseta que muchas veces no resguarda ni del frío, ni del calor y, ni de coña, de la lluvia. Pero lo más jodido es condenarlo a la soledad, el aburrimiento y el olvido. Y es que si hay un animal que necesite cariño y atenciones más que ningún otro, es un perro (incluso más que un humano).

Aquí teneis a un perro que conozco, al que fotografié yo misma, después de días oyéndole llorar por un poco de atención. Vivía suelto hasta que un paraplégico mental pasó a gran velocidad en un ciclomotor y lo atropelló. Y es que aún va ser culpa del perro que un descerebrado no sepa circular a 50 km/h por el medio de un pueblo(cuando un anormal atropella a un niño, es culpa del anormal, y cuando atropella a un perro, es culpa del perro). Y ahí está desde hace unos años, llorando cada tarde.

Imaginaos su vida por un momento. Todos los días sólo, viendo lo mismo en el mismo metro cuadrado, sin atención, sin nada que hacer, sin nada que mirar. Y cuando cae la noche más fría de enero, duerme a la intemperie. En plena tarde de Agosto, apenas tendrá una sombra en la que acostarse, eso sí, siempre encima del cemento. Y cuando lleguen los eternos días de lluvia, su única opción será pasar dentro de la caseta de cemento horas y horas sin moverse. Un perro que no auyenta los ladrones que hipotéticamente podrían entrar, no divierte a los niños y no hace compañía a nadie. Un condenado por nada. Y así serán sus días el resto de su vida.

Pues sí que tiene motivos para llorar.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Que triste es la historia que narras, acá en Paraguay pasa lo mismo o peor aun, ya que no hay respeto ni consideración hacia los animales, acá cada día a miles de perros y gatos que son abandonados a su suerte para colmo no hay ni refugios para ellos, en síntesis solo algunas personas de buen corazón tratan de hacer algo, pero te cuento que son muy pocas, ojala que alguna ves esto cambie y la gente entienda que los animales tienen las mismas necesidades de alimentación, agua, refugio y amistad que nosotros.
Sonia (Capiatá - Paraguay

14/12/06 22:25

 

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